Preguntas Frecuentes
Preguntas Frecuentes
La vida acelerada y estresada que llevamos nos ha hecho perder un sentido llamado interocepción. Esta es la capacidad de sentir nuestros órganos internos y algunas señales importantes para la vida, por ejemplo, las señales del hambre real. Hoy, con los teléfonos y las redes sociales, estamos conectados permanentemente “hacia afuera” y nos cuesta distinguir entre el hambre real y el hambre psicológica. De esta forma, comemos por aburrimiento, por estrés, por preocupación y otros motivos. Comemos de forma automática, muchas veces sin estar conscientes de lo que comemos, de cuándo ni de cuánto comemos. Esto hace que comamos más de lo que nuestro cuerpo realmente necesita para vivir.
El cuerpo se adapta y desarrolla hábitos (buenos y malos) para vivir.
Las personas, a veces intentamos cambiar esos malos hábitos haciendo cambios drásticos y brutales del tipo: “el lunes parto”, con la mentalidad “todo o nada”.
El “lunes parto”, es un cambio de hábitos tan brutal en tu sistema de vida (comer menos, comer vegetales, correr o ir al gimnasio) que atenta contra tu identidad; tratas de convertirte en otra persona de la noche a la mañana, obviamente tu cuerpo se resiste y ese estrés te hace casi siempre abandonar tus esfuerzos a las pocas semanas o meses.
Peor aún, cuando comienzas a privarte de comida para bajar de peso, tu cuerpo entiende que estás en un período de poca comida y se pone “más lento” para quemar energía. Con esto último no pierdes peso y generas desbalances que terminan por hacerte comer frenéticamente.
Una de las variables más importantes a la hora de ingresar a un programa como este, es saber identificar claramente la motivación que te mueve para el cambio. Normalmente, motivaciones externas como el poder usar un pantalón o usar un traje de baño, no son muy sólidas. Por el contrario, motivaciones internas como el cuidar tu cuerpo, querer llegar a viejo bien y sin ser una carga, querer ser un ejemplo de vida para los que quieres o disfrutar de la vida sintiéndote bien, son motivaciones más duraderas.
En una escala de 1 al 10, donde 1 es no quiero cambiar para nada mis rutinas y 10 es quiero totalmente cambiar mis rutinas, ¿qué nota te pones?
Debes considerar que, a veces, puedes querer cambiar y tener la motivación adecuada para hacerlo, pero no estar lista o listo para el cambio. Es decir, si acabas de tener un hijo, te acabas de separar, te cambiaste a un trabajo nuevo o algo similar, puede que no sea el mejor momento para iniciar este programa de cambio. A pesar de que la metodología de este programa está diseñada para que los cambios se produzcan paulatinamente y paso a paso (así te aseguras un cambio duradero), de todas formas implicarán un esfuerzo y un estrés, por lo que, si enfrentas situaciones como las descritas, tal vez puedas plantearte el comenzar el programa a futuro.
En una escala de 1 al 10, donde 1 es no estoy para nada listo para cambiar mis rutinas y 10 es estoy totalmente listo para cambiar mis rutinas, ¿qué nota te pones?
¿Estás dispuesto a cambiar ciertas rutinas de tu vida? ¿Eres del tipo de persona a las que les gusta que se les sugiera qué hacer? ¿O eres de esas personas muy estructuradas con los horarios y actividades y, por lo tanto, cambiar rutinas se te hace muy difícil?
En una escala de 1 al 10, donde 1 es no soy capaz de cambiar para nada mis rutinas y donde 10 es soy totalmente capaz de cambiar mis rutinas, ¿qué nota te pones?
Si la suma de las 3 notas obtenidas en tus respuestas es menos de 25 puntos, quizá debas repensar si quieres partir en este programa.
Desde hace algunos años, la neurociencia distingue dos grandes zonas en el cerebro: el cerebro racional y el cerebro emocional. El primero es el encargado del pensamiento, la planificación, la fuerza de voluntad y, en general, de todo el trabajo consciente que hacemos. El segundo es donde habitan nuestras 4 emociones básicas: el miedo, la alegría, la tristeza y la rabia. Es en este cerebro emocional donde se graban a fuego los hábitos que repetimos sin darnos cuenta: lavarnos los dientes, la forma de acostarnos, la ruta para ir al trabajo, abrocharse los zapatos, entre otros. La Universidad de Harvard calcula que el 47% de nuestras vidas la pasamos en modo piloto automático, sin darnos cuenta de lo que hacemos: la forma en que comemos es parte de los hábitos que practicamos sin darnos cuenta. Imagina un jinete que está montado sobre un elefante. Nunca un jinete de 60 kg de peso (la fuerza de voluntad) le va a ganar a un elefante de 6 toneladas (cerebro emocional). El cambio de hábitos del cerebro emocional se logra practicando mini tareas, paso a paso, cada día. La fuerza de voluntad es difícil de mantener y no sirve. Sólo la práctica de tareas simples diariamente (para incorporar hábitos), van moldeando tu cerebro para siempre.
Hay dos cosas importantes a saber:
La primera es que las personas aprendemos, no porque nos dicen qué hay que hacer, sino porque vemos los resultados que obtienen las personas que queremos y porque observamos la forma en que ellos practican esos hábitos. Lo segundo es que lo que comemos está fuertemente determinado por nuestro medio ambiente: si hay comida no saludable en tu despensa, refrigerador o cocina, tú o alguien que vive en tu casa, tarde o temprano se lo va a comer. Por lo anterior, es muy probable que las personas que quieres, se motiven al verte practicar ciertas tareas, y más aún a medida que vayan viendo los resultados positivos que vas logrando. Además, cuando vayas modificando tu medio ambiente (eligiendo cosas nutritivas y saludables para tu cocina) estarás impactando a quienes quieres.
Vivimos rodeados de fotografías, videos, redes sociales y modelos a los que se les exaltan las condiciones físicas a tal punto que muchos de ellos no se reconocen a sí mismos.
Por ejemplo, “calugas” abdominales tan de moda y tan deseadas por muchos, no se logran con ejercicio, sino con cambio de hábitos alimenticios. Todos tenemos “calugas” y están escondidas debajo de la grasa abdominal, la que es posible
eliminar con mucha dedicación y a veces a un costo emocional y físico muy grande. Si cumples el programa e incorporas (fíjate: in-corporar, en el cuerpo) los hábitos de vida saludable, podrás eliminar grasa y bajar de peso, y además vivirás más confiado, te sentirás bien, dormirás mejor, te sentirás menos cansado y caminarás con más confianza por la calle. El cambio de hábitos y el aprender a comer nutritivamente, no solamente afectará
el cómo te ves, sino también el cómo te sientes.
El programa es esencialmente práctico, no es teórico. La gente no cambia por no saber qué hacer: la gente más o menos sabe que la espinaca es mejor que una hamburguesa de una cadena de comida rápida y sabe que el agua es mejor que una bebida gaseosa, pero no pueden cambiar estos hábitos.
Entonces, este programa consta de practicar diariamente tareas muy simples para incorporar 13 hábitos de vida tales como: comer lento, comer hasta el 80%, aprender a hacer un ritual para dormir, aprender a comer grasas buenas, entre otros.
Recibirás en tu celular, diariamente, lecciones cortas para que practiques. Aquí, la consistencia es la clave, es decir, practicar día a día los ejercicios, con paciencia. Recibirás las lecciones cada día en forma de un texto breve acompañado de un
video que refuerza ese documento.
Dentro de los principales problemas para el cambio de hábitos de vida, no está incluida la falta de fuerza de voluntad (de hecho, aprenderás que esta no sirve de mucho).
La principal dificultad es querer resultados inmediatos y no tener la paciencia para esperar estos resultados, ni la consistencia de practicar día a día las tareas para cambiar de hábitos.
En la sociedad actual estamos acostumbrados a usar aplicaciones, tomar una pastilla o pagar por un servicio para obtener lo que queremos rápidamente. Sin embargo, en el tema de nutrición y salud, no existen pastillas mágicas, ejercicios especiales ni súper alimentos. Hoy casi todo es exprés, todo rápido, todo desechable, pero a la hora de tu salud, no puedes engañar al cuerpo… no hay sistema exprés. Si llevas años o décadas con malos hábitos, no puedes esperar ver resultados inmediatos. Estos sin duda vendrán, pero debes ser paciente.
Otro obstáculo será que, a veces los humanos aplicamos la teoría del “todo o nada”, es decir, nos atenemos a un régimen de ejercicios o comida estrictos, pero a la primera falla abandonamos todo.
En este programa se puede fallar, es más, está garantizado que algunos días fallarás en la práctica, pero eso no importa, al día siguiente puedes retomar. Los humanos somos de naturaleza imperfecta, eso es así y está bien.
El principal requisito es realmente querer hacer el cambio. Tener la claridad de que, por el solo hecho de ser una persona, tienes todo el potencial para cambiar. La mentalidad es una de las principales ventajas o desventajas, depende como sea tu forma de pensar.
Si eres capaz de visualizarte más delgado, con más energía, más contento por la vida y con más confianza, entonces ya tienes ganada la mitad de la carrera. El cambio no depende de terceras personas, de medicamentos, de ejercicios ni de factores externos, depende sólo de ti (no de tu fuerza de voluntad); depende sólo de tu disposición a ver la lección de cada día y hacer la práctica diaria de 20 minutos, eso es todo.
No necesitas más. Piensa en todas las dificultades que has sorteado en la vida: matrimonio, crianza de hijos, estudios, participación en alguna carrera deportiva, problemas familiares, en tu trabajo… ¡eres un ganador!
Si cambias de hábitos, el cambio es para siempre. Es decir, puedes hacer una dieta (hay muchísimas y siguen apareciendo nuevas cada día) y lograr el objetivo de corto plazo de ponerte un vestido o un traje de baño, pero apenas logres “ese objetivo”, seguro volverás a las malas prácticas habituales.
Por eso, el cambio de hábitos es un cambio de vida, es un cambio de conductas permanente. O sea, en este programa no te focalizas en el resultado, sino en conductas. Además, tú sólo puedes controlar tu comportamiento, no el resultado.
Sí, si te han diagnosticado alguna patología que requiera modificación de la dieta y/o estás tomando medicamentos para la diabetes o prediabetes, enfermedad celíaca y/o intolerancia a la lactosa, debes preguntar a tu médico respecto de la conveniencia o no de participar en este programa.
Este programa no es un tratamiento médico ni está hecho para reemplazar ningún tratamiento médico. Este programa no se centra en la comida, sino en los hábitos.
Tener acceso a Internet.